jueves, 14 de agosto de 2008

SARA SAN MARTÍN


"Hilando"

Guardo mis espaldas
con el rocío de cada amanecer.
Yo nada tramo.
En el rincón más olvidado
de la casa
alguien hila por mí
en la Rueca del Sueño.
Ellos, los pescadores
de las redes rotas,
ellos sí.
Traman.
Guardan sus espaldas con azufre
con amuletos de alcanfor.
En la casa vacía
nadie hila por ellos
en el Huso de la Eternidad.




"Infancia ajena"

Breve fuente de risas de mi infancia,
¡amiguito lejano!
Te recuerdo en una siesta
redonda de naranjos.
Huerta en acecho. Fiesta de esa hora
en que dicen los niños;
Agria la voz de zumo y carcajadas,
__ ¡Hemos roto el alambre, hemos robado
frutillas y manzanas!
Es parecido a ti este recuerdo
de tierra ardiente y cielo amordazado.
Y hasta las rubias curvas de la ronda
en el paseo fresco por el parque,
familiar de palomas.
Nada más… que no tuve tal infancia.
¿Y tú?, no sé tampoco dónde estabas.
Por mis ojos oscuros, muchas veces, sabía
que los caminos que aguardaban dentro
llevaban a una siesta con tu alma.





“Necesito el alma del mundo”

Necesito el alma del mundo para llenar mi vida,
pero el tiempo atraviesa por mis ojos
meridianos de lágrimas.

Improviso un otoño que limite mi soledad infinita
y atardecen en notas congeladas
el suspiro y la dádiva.

Así latía yo por cada hombre,
como un inmenso corazón de angustia,
con un solo destellos por el pulso
que aceleraba mi visión de estrella.
Pero iré más allá de cada cosa,
incluida en cada átomo del río.
Quiero hacer una hoguera con mi alma
donde el mundo produzca su deshielo.

¡Si pudiera afrontar cada destino…
o ver a cada hombre sustentado en mi pecho.

Si me cupieran todos los sollozos,
por el gris sobresalto de los niños,
o por cada soldado con un arma,
por cada criatura de la tierra!...
¡Si yo pudiera destruir mi alma
para consolidar el universo!




“En cifra para ella”

El águila tenía el corazón entre sus garras
dijo:
Cómetelo, es tuyo.

Yo no sabía lo que estaba por devorar
pero la solitaria de la cumbre me fascinaba.

Me lo comí
y hace tres mil años que estoy planeando
sin descanso.

El viento, a veces, me lleva hacia los barrancos;
de las horadadas peñas se alzan chillando
bandadas de loros.
Los escandalizo, me rechazan.
Ellos son verdes, sinceramente verdes.
Los respeto por eso,
no se destiñen ni con el sol ni con la lluvia.

Me repliego hacia lo alto
más cerca de ella, mi anfitriona.
Su rapiña me aguarda
su pico y sus garras me arrancarán los párpados
por ese corazón que me he comido.





"Soy una mujer"


Nada vengo a decirte sino que soy una mujer,
me han llenado el corazón de anchura
y tengo para dar desde él, la creación del orbe.

Porque cada estatura o cada molécula,
pertenecen al amor. Es el único arquitecto.
Y es en mi corazón donde Dios dejó olvidado,
el amor que está faltando al mundo.

He venido con mi ternura…
como sosteniendo a un niño.

Sólo los niños tienen el olor a ternura que yo abarco.

No he venido a cantarte…
vengo a darte de mí las regiones más pródigas,
por eso los marineros que navegan mi sangre
abordarán tu barco.
Vine a extenuar mi corazón y mis senos en el mundo,
quiero hacer la criatura terrestre como el mejor presagio.
Haría sonreír al Universo…

oscureciendo mi alma, aunque estés de soslayo,
advirtiendo mi desprovimiento y mi altura.

¡Sólo soy una mujer…
una gran mujer extendida al oriente!

Desde él viene algo hacia mí
y desde mí se proyectan los climas,
y la nueva epopeya solicita en mi sangre
el pasaje del mundo.

Vine a decirte esto:
Tengo el itinerario de tu viaje…
lo tengo yo.

Me llenaron de amor para entregártelo.



Sara San Martín








2 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

Que buenos poemas, felicitaciones

Saludos

Nocturna dijo...

¡Felicitaciones para la gran Sara San Martín, Ulisses!

Coincidimos.
Lástima que su obra aún no haya salido de mi querida "Salta, la linda".

¡Saludos para tí con frescas brisas nocturnas!